La historia de Piki es tan hermosa, que no hemos podido dejar de conmovernos una vez más. Es una historia en la que se vuelve a demostrar que el lazo entre humanos y perros es muy estrecho y que hemos aprendido a comunicarnos para llevar una vida realmente plena.
Conoce su historia.
La llegada de Piki (hija de Chica) a nuestras vidas no fue fácil, para que nos vamos a engañar. No por ella ni por nosotros, Rafa y Maite, sino por nuestra dálmata de 9 años que no entendía qué hacía esa intrusa en su territorio, con lo feliz que ella estaba sola. Lupita había sido nuestra niña mimada y no estaba acostumbrada a tratar con otros perros, y cuando Piki llegó se arrinconó y empezó a temblar y a llorar y no había forma de calmarla.
Nuestra ilusión de salvar a un perro de una vida peor fue derrumbándose al ver a nuestra perrita sufrir. Estuvimos varios días intentando un acercamiento pero Piki, también asustada y desorientada por la nueva situación estaba a la defensiva y tampoco colaboraba mucho, en más de una ocasión intentó morderle.
Y después de pensarlo mucho, y bastante frustrados por la decisión que íbamos a tomar nos pusimos en contacto con SOS FRENCHIE para contarles, que, sintiéndolo mucho, no nos podíamos quedar con Piki, ya que no nos parecía justo hacer sufrir a nuestra perra de esa manera. Ellas lo entendieron perfectamente y empezaron a buscarle otra familia que se pudiera hacer cargo de ella. Así que ya estaba todo arreglado, volveríamos a ser una familia de tres, y por fin descansaríamos de esa tensión, y Piki estaría en nuestro recuerdo como algo que se intentó pero que no pudo ser.
Pero a medida que pasaban las horas, yo miraba a Piki y la pena me ahogaba pensando que se tenía que ir. Esa noche apenas dormí, la miraba tan indefensa durmiendo, tan blanquita, con esas orejonas, me la imaginaba viajando en avión a Barcelona que era, donde se suponía que le habían encontrado una casa de acogida y de nuevo viviendo una situación tensa para ella hasta que se acostumbrara a esa familia. Recuerdo que se levantó varias veces y vino a mi cama llorando, y yo interpreté, o al menos eso es lo que quería pensar en el fondo, que me estaba pidiendo una oportunidad.
Lo primero que aprendimos con Piki es que cuando quieres algo sólo hay que tener de ganas de conseguirlo, buscar soluciones, y no tirar la toalla tan pronto. Así que pedimos ayuda a profesionales y lo primero que nos dijeron es que perdiéramos el miedo, que dejáramos que se acercaran y se conocieran y que poco a poco la convivencia iría llegando. Y efectivamente así fue, pronto empezaron a jugar, compartieron cama y juguetes y la tensión en casa fue desapareciendo.
Ahora Piki es una perra feliz, y que nos hace felices a nosotros, simpática a más no poder y defensora de su familia como ella sola. Su vida podría haber sido tan dura y triste como la de su madre si no hubiera salido de donde estaba, o haber sido feliz en su casa de Barcelona o no, nunca lo sabremos, el caso es que cada vez estamos más contentos de haberle dado esa oportunidad de quedarse, dándonos la oportunidad a nosotros mismos de disfrutar de ella cada día.
¿Qué os ha parecido? ¿Cómo os comunicáis con vuestro/a gordi?
Os animamos a que compartáis vuestra historia enviándonos un correo con una foto de vuestro/a gordito/a al email sosfrenchi@hotmail.com