Perros de exterior

Muchos posibles adoptantes nos preguntan “¿Está el perro acostumbrado a vivir en el exterior?”. Nuestra respuesta es, “Deseamos que nunca sea así”.

Nuestro propósito es buscar adoptantes que entiendan la necesidad de los perros de formar parte de un grupo o manada. Ya incluso hace cientos de años, cuando el hombre y los animales vivían en el exterior, el hombre se cobijaba junto a sus perros. Los tiempos han cambiado, pero ni nosotros ni los perros hemos cambiado. Ambos somos animales que tenemos la necesidad de vivir en grupo, en familia. Nuestros perros han sido domesticados y no tienen la posibilidad en su actual hábitat de seguir viviendo en grupo. Así pues, los perros sienten la necesidad de sentirse parte de nuestra familia humana.

Obviamente, los perros pueden a la fuerza vivir en el exterior, solos y apartados de sus familias. Pero forzar este tipo de vida a un perro es la peor cosa que puedes hacerle. Este tipo de vida va en contra de sus instintos más básicos: la unión familiar y el cobijo.

Si tienes alguna duda sobre estas ideas, piensa en todas las actitudes que muestra un perro que hayas visto atado y viviendo en el exterior: aullidos, ladridos, gruñidos, etc.

Todo son señales que los perros realizan de manera desesperada para captar la atención de su familia humana. Todo esto no hace más que empeorar su comportamiento, convirtiéndolos en perros hiperactivos, apáticos, miedosos y estresados, lo que hace más difícil aún soportar su terrible soledad.

Las personas que tienen o manifiestan el deseo de tener el perro viviendo en el exterior argumentan que le prestarán la suficiente atención aún viviendo fuera. Es evidente que incluso el dueño con mejores intenciones no estará en el exterior el tiempo necesario, particularmente si llueve o hace frío. En consecuencia, en las mejores circunstancias, el perro que viva en el exterior recibirá como mucho un empujoncito cuando le vayan a poner agua o comida y una palmadita cuando se vaya. Ese será el trato que reciba de su dueño, de lo que para él es su MUNDO, dejando de nuevo al perro otras 22 o 23 horas solo.

Sin mencionar que viviendo en el exterior su salud se resentirá, viéndose más expuesto a posibles enfermedades como la leishmania, y teniendo continuamente una mayor exposición a las garrapatas y pulgas.

Un perro aporta a su dueño el regalo de la devoción constante, el amor permanente y una compañía alegre y vital. Por eso, a menos que seas capaz de aceptar la oferta de este preciado regalo, por favor, no tengas un perro.

Si ya tienes un perro, quizá este artículo te ayudará a ver las cosas desde su punto de vista y pueda motivarte a cambiar la relación con él. Un perro triste, desconcertado, solitario y viviendo apartado de su familia preguntándose por qué no puede estar con su ella sólo aporta tristeza e infelicidad a este mundo.

Piénsalo antes de adoptar un perro si tu intención es que sólo viva fuera.

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