Es jueves y toca compartiros una de esas historia que os emociona. Coco fue rescatado de una perrera y adoptado por la familia que lo acogió.
Esta es su historia:
Hola peludos y amigos, os voy a contar mi historia.
Poco recuerdo de mi vida, quiero creer que crecí siendo feliz en algún lugar del mundo y por un motivo que todavía no me han contado llegué a un sitio dónde no conocía a nadie, no recuerdo muy bien como terminé allí, pero me viene a la mente que había muchos perros ladrando, verjas por todos los lados, eran oscuras y con poco espacio, los humanos lo llamaban “perrera”.
Un día vino una persona
[1] muy simpática y cariñosa conmigo y decidió que era mejor que yo le acompañara, que ese no era sitio para mí.
Cuando llegó el momento de irme de la “perrera” me pusieron unas cuantas vacunas y el chip a nombre de la persona que me salvó “Sos Frenchie”.
Nunca había oído un nombre tan raro… y decidió que me llamaría Sugus. Realmente, a mí el nombre poco me importaba, estaba lleno de amor como Sugus o con cualquier otro nombre que me hubieran puesto, con tal de no quedarme más tiempo allí.
Unos días más tarde de salir de aquel lugar que ya no quiero recordar el nombre, aterricé en Zaragoza, mis grandes orejotas no paraban de moverse. ¡Ay que ver que aire hace aquí!
Fui a una casa de acogida donde dos hermanas decidieron que era hora de darme un baño, llenarme de mimos y amor. Comenzaron a llamarme Coco, a mí Coco me gusta, lo escuché y giré la cabeza hacia ellas para ver si me entendían y creo que fue así porque me miraron y decidieron que ese sería mi nuevo nombre.
A partir del momento que llegué a Zaragoza mi vida cambió completamente. Mi casa de acogida decidió que ese sería mi lugar definitivo. Yo hice todo lo que sabía para demostrarles todo el cariño que llevo dentro y….¡¡FUNCIONÓ!! Soy el rey de la casa, he aprendido a hacer algún truco como sentarme, tumbarme, dar las patas, aunque lo que realmente me encanta es salir a jugar y correr con otros perros, coger palos, ir detrás de la pelota y todas esas cosas que me han enseñado que nunca es tarde para aprender.
Mi único deseo es que miles de peludos como yo puedan contar una historia igual, o muy parecida a la mía, donde por fin, he conocido la felicidad.
Sólo me queda agradecer al ángel que me sacó de aquel sitio que me daba miedo por las noches, a las chicas Sos Frenchie, y a María y Ana por decidir que me quedara en sus vidas.
Un lametazo,
Coco
Luego de esta preciosa historia, queremos animarte a compartir tu historia. Envíanos tu historia junto a una fotografía a nuestro correo electrónico sosfrenchi@hotmail.com.
¡Hasta la próxima historia!
[1] Queremos agradecer a Chus que fue la voluntaria de Sos Frenchie que rescató a Coco.